Lo reconozco, la pizza es uno de mis platos favoritos. He pasado algún tiempo buscando la receta de la masa perfecta, y creo que por fin he encontrado una que, al menos, se acerca bastante. Es una masa esponjosa y crujiente a la vez, y si se acompaña con los ingredientes adecuados se convierte en una auténtica delicia. En este caso la salsa carbonara, una de mis preferidas.
INGREDIENTES
Para la masa:
Para una pizza de unos 30 cm.
- 200 gr de harina de trigo.
- 25 gr de harina de maíz precocida.
- 8 gr de levadura fresca de panadería.
- 125 ml de agua.
- 25 ml de aceite de oliva
- sal
- orégano
- 1 cebolla pequeña
- salsa de tomate
- 150 ml de nata para cocinar
- sal
- pimienta
- 5 o 6 lonchas de bacon ahumado.
- queso para fundir ( mozzarella, tres quesos... )
- orégano
PREPARACIÓN
La masa:
Precalentamos el horno a 200º.
No suelo tener mucho tiempo para cocinar, y una de las cosas que más me gusta de esta masa es que se puede preparar y guardar en el congelador para utilizarla otro día.
Colocamos en un bol el agua templada y disolvemos en ella la levadura de panadería. Añadimos el aceite, las harinas, la sal y el orégano y mezclamos primero con una cuchara y después con las manos hasta formar una masa elástica que no se pegue en los dedos. Formamos una bola, y la colocamos en el mismo bol; espolvoreamos encima un poco de harina, tapamos con un paño y dejamos reposar unas horas en un lugar cálido hasta que doble su volumen.
A continuación, enharinamos una superficie plana y trabajamos la masa en ella. Amasamos bien, formamos una bola y con un rodillo la estiramos para que quede fina. La colocamos con cuidado en la bandeja y pinchamos la superficie con un tenedor para que no suba. La cubrimos con la salsa de tomate. Horneamos la masa durante unos diez minutos a 180º, antes de añadirle el resto de ingredientes, así evitamos que se quemen.
La salsa carbonara:
En una sartén pochamos la cebolla picada. Cuando esté transparente, añadimos la nata y removemos. Al entrar en contacto con el calor, la nata espesará. Espolvoreamos un poco de pimienta y sal y volcamos con cuidado sobre la masa. Repartimos el bacon y el queso por toda la superficie.
Horneamos otros diez minutos, o hasta que el queso esté bien fundido y los bordes de la masa dorados. Sólo falta espolvorear un poco de orégano.